Tristeza de amor
Volveremos, que nadie dude ni un instante.
Cantaba en los ochenta Hilario Camacho, 'tristeza de amor, un juego cruel, jugando a ganar, has vuelto a perder'. Un tema que viene como anillo al dedo para los nastiqueros que ahora estamos pasando el duelo del desamor. Desaparece el glamour y vuelve la rupestre realidad de la Segunda B.
La relación entre club y seguidor es igual que la existente entre una pareja pero con una gran diferencia, en la primera la fidelidad es eterna y el aficionado siempre sabe perdonar los escarceos de las malas temporadas o los descensos. En el futbol te duelen los cuernos de tu equipo pero los aceptas y los asumes porque en la vida puedes cambiar de ciudad, de esposa, de casa, de coche, de trabajo, de amigos, de partido político e incluso de religión pero JAMÁS, jamás cambiarás tu lealtad a tu escudo, a tus colores y a una historia que has mamado desde la infancia.
Por eso sentado delante la pantalla del ordenador me siento triste, estafado, iracundo, soliviantado, descreído, aburrido, desilusionado pero con el perdón pronto en los labios por aquello de 'no volverá a pasar, lo prometo'. En una semana has comenzado a alimentar la envidia (no se si sana o no) porque el Lugo se ha salvado, el Fuenlabrada debutará en la Liga 1,2,3 y el Llagostera (maldita sea) ha vuelto a la Segunda B. Y por perder hasta nos hemos queda sin derbi porque al Reus lo mandaron al limbo.
Ahora tocará volver a conocer nuevos jugadores (cien en las últimas tres temporadas ya es motivo de record) y dejar que el tiempo pase 'reloj no marques las horas que voy a enloquecer', pero nadie puede acelerar las jornadas, los partidos, para que no tengamos que esperar todo un año para volver a amar de manera arrebatadora al Nàstic.
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PD.- A partir de la próxima semana analizaremos línea por línea la trayectoria desbocada hacia el infierno de esta temporada.
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