martes, 10 de junio de 2025

 


Un sentimiento, una actitud, un solo corazón que late en grana.

Hoy me agradaría explicar el porqué de este tsunami grana que desborda fronteras y que inunda de sentimiento una ciudad, unas comarcas.  Una locura que anida en una sana paranoia de cientos, miles de nastiquers de nueva generación que nos han dado una lección a los veteranos socios que nos forjamos, nos educamos en las gradas de l'Avinguda de Catalunya. Este fenómeno de masas que es el futbol  y que ha permanecido inalterable es países como Reino Unido, Alemania o  Italia, hace ya algunas temporadas que aterrizó en el estado español. Muchos clubes también cuentan con una infantería fiel que no conoce el desánimo y es capaz de levantarse tantas veces como haga falta.

Pero aquí solamente nos interesa el club Gimnàstic. De pequeño (empecé con ocho años a seguir al Nàstic de manera continuada el año 1962) no existían las peñas, ni las camisetas tiñendo las gradas de rojo, ni los cánticos, ni los tifos, ni los desplazamientos y la base de la pirámide de la infantería granas eran personas de treinta años en adelante. Cierto que aun existían los insultos desde los graderíos, las peleas entre seguidores  y las agresiones que afortunadamente ya se han erradicado de los partidos.

Eso si, en aquellos años -curiosamente, había más respeto hacia el  rival y el odio no solía exteriorizarse aunque el oponente fuera el Reus, el Lleida o el Condal.  Unas época en que lo equipos no salían a calentar, no  se podían realizar cambios -solo el portero, por lesión, no se habían inventado las tarjetas, no había tiempo añadido, se podía consumir alcohol en el recinto deportivo, se autorizaba fumar y se llegaba al encuentro cinco minutos antes y abandonar l'Avinguda Catalunya se hacía en otros cinco.

Ese fue nuestro master grana de quienes tenemos ya más de 65 años. Nos fiábamos de lo que publicara el Diario Español, Dicen, Mundo Deportivo y Radio Tarragona porque entonces no había presidentes que quisieran amordazar a los periodistas para que no fueran críticos con las directivas. Vivimos grandes tardes de futbol pero desde la moderación, la timidez (el franquismo daba cierto escalofrío) y presumíamos del pétreo amor al Nàstic que una buena parte de la ciudad no entendía, ni compartía.

Hoy las nuevas generaciones han tomado el relevo con un enorme sentido de pertenencia,  con una pasión colosal, formidable. Una afición que con la federación de peñas congelada y una frialdad desde la SAD, son capaces de desplazarse, animar sin descanso, de utilizare las redes sociales para lanzar mensajes, atizar a los rivales,  defender un discurso sin fisuras y estar en vigilia las veinticuatro horas del día para que los menajes no cesen. Una marea grana infatigable, optimista y comprometida.

Necesitaba escribir lo que siento, no se si habré sabido explicarlo, para rendir homenaje a este batallón de soldados granas que sin pedir nada a cambio entregan su vida para defender un sentimiento, una forma de vida, una emoción al rendir pleitesía a un escudo que lleva   139 años haciendo latir el corazón del Club Gimnàstic. Chapeau.

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1 comentarios :

Enric, sempre estàs ficant la puyita a la directiva, no dic que tinguis o no raó , però potser ara es temps de disfrutar del playoff i deixar-se d'històries!
Per cert, tota aquesta gent jove que esta enganxada al nàstic, alguna cosa bona haurà fet la directiva per aconseguir-la, no?

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