miércoles, 17 de julio de 2019


Imagen relacionada
Formación del Reus Deportiu en Riazor.

Al Reus Deportiu le han comunicado hoy su acta de defunción, no podrá vivir en el ámbito de la Segunda B, de momento desciende un peldaño y  si las circunstancias lo permiten, tal como está el panorama resulta complicado, jugará en Tercera División pero de momento sin ningún tipo de estructura (los sesenta trabajadores se adhieren al ERO), sin presupuesto, ni cuerpo técnico, sin jugadores y con el futbol base afortunadamente salvado por la creación de la Fundación.

Duele vivir esta muerte anunciada, una larga agonía que pudo acortar la RFEF si ya no le hubiese incluido en la confección del calendario. En esta larga crisis vivida por el centenario equipo de la capital del Baix Camp he encontrado a faltar la voz del Ajuntament y también de su prestigiosa Cambra de Comerç. El Reus Deportivo se ha visto huérfano de respaldo institucional desde que estallara la crisis; tan solo su afición la parte más castigada por el caos que se ha producido a su alrededor, respondió.

Lo más frustrante de la esperpéntica situación sufrida es que los culpables han sido quienes deberían de velar por los intereses de la SAD: Oliver & Onolfo. El primero periodista de profesión (madre mía, como está el patio), se compró el Reus para hacer negocio, colocó a un hombre de paja (Llastarri) y puso su objetivo en el mercado portugués (Mendes) para luego desviar sus intereses a un club universitario comprado en China. Las inversiones no se detenían pero sin cumplir con los pagos de la Liga 1,2,3 (Hacienda, Seguridad Social, jugadores, trabajadores y a la propia Liga).

Joan Oliver logra convertirse en el primer presidente de la historia de la Liga cuyo equipo lo expulsan antes de iniciarse la segunda vuelta del campeonato. Y para cerrar su etapa en alarde circense hace el doble salto mortal sobre el alambre: se quita el club de encima por un euro y logra quedar impune de su malversación económica.

En enero aparece un mister marshall de tres al cuarto, Clifton Onolfo empresario inmobiliario de Miami (tal vez habría que pedir ayuda al CSI de Horatio Cane) que se erige, de palabra, en el salvador del Reus. Habla de hacer un estadio nuevo (sin consultar antes con el Ajuntament), que en el polígono de Agro Reus construirá una zona de ocio y comercial (sin ser informado previamente por la Generalitat sobre el uso del terreno) y que saldará la deuda existente (sin conocer previamente la situación por no contactar ni con la Liga ni con el CSD).

En esta diáspora tan surrealista muchos (algunos periodistas inclusive) se creen el cuento del Rey Midas de pacotilla. Seis meses después Onolfo sigue con el 99% de las acciones y tan solo aportó 100.000 euros de los más de cinco millones que hacían falta. Y quienes han pagado tanta incompetencia han sido los socios y aficionados reusenses que contemplan como cien años de historia los queman en menos de siete meses dos presidentes aterrizados de fuera para hacer negocio con un sentimiento. Lamentable.
_____________________________________________________________________________


3 comentarios

No se puede decir ni más alto, ni más claro. Brillante artículo.

Reply

Un bon resum del que ha estat aquesta història que encara no ha acabat doncs no deixen morir el difunt fent un final cada cop més agònic. Veurem si ressuciten el mort.

Reply

Per la part que ens toca, perdem un derbi, un partit atractiu per l'emoció i rivalitat, que assegura una bona entrada i enganxa a aficionats ( tot i que a mi no m'agrada l'ambient hostil dels derbis). Per altra banda ens podríem trobar un competidor més fort si l'Andorra de Piqué compra la plaça

Reply