domingo, 29 de septiembre de 2013

'Es de ingenuos hacer siempre la misma cosa del mismo modo y esperar un resultado diferente'



Estadio del Bristol City, de la Football League One.

Comparar la Football League One  inglesa con la Segunda B española es lo mismo que comparar la belleza de Cayetana de Alba con Amaya Salamanca o la capacidad de raciocinio entre Belén Esteban con Ana Pastor. La tercera categoría británica dispone de 24 equipos (los dos primeros ascienden y del tercero al sexto se juegan en eliminatoria otras dos plazas); cada jornada se transmiten por TV dos de los doce encuentros que se disputan conociéndose de antemano los horarios y partidos elegidos (se hace trimestralmente); la pasada temporada ocho clubs superaron los 20.000 espectadores de asistencia media y otros diez los 10.000 espectadores (los estadios van desde los 4.000 espectadores hasta los 40.000, todos con césped natural); los precios oscilan desde los 12 euros la localidad más barata y 100 euros la más cara, son palcos exclusivos en algunos campos; un 40 % de la venta de entradas se realiza a través de Internet con el aliciente de sorteo de regalos; con el merchandaising algunos clubs logran cubrir un 25% del presupuesto, ya que todos disponen de estructura profesional. 
 
Aquí la RFEF con Ángel María Villar al frente desde hace 25 años  y Victoriano Sánchez Arminio como 'jefe' de los colegiados desde hace 20 años,  disponemos de una tercera categoría (Segunda B), anacrónica y anclada precisamente en los años que entraron a gobernarla los susodichos (en el diccionario de la RFEF están tachadas en lápiz rojo los verbos marchar, dimitir, cesar y trincar). Cuatro grupos, ochenta equipos (esta temporada 79), eliminatorias de ascenso interminables, pobre asistencia (en la jornada 5ª, de los cuarenta campos en tan solo siete se superaron los 2.000 espectadores), las transmisiones se realizan a través de las cadenas autonómicas en precarias condiciones; en muchos campos la entrada más económica ronda los 20 €; y las nuevas tecnologías siguen alejadas de las miras de la RFEF que vive en el Cuaternario y no lo digo por la cantidad de dinosaurios que pululan por la sede de Las Rozas. En Inglaterra clubs como el Prat, Llagostera, Huracán, El Palo, Sariñena, Puerta Bonita, Peña Sport o La Roda no tendrían cabida; ah¡ en la Football League One no se admiten equipos filiales.
 
A lo nuestro. Un punto en campo del líder siempre es bueno. No vi el partido pero conozco el campo porque lo estrenó de manera oficial el Nàstic en partido de play of a Segunda B, el 2 de junio de 1991 frente al Playas Calviá 0-0, entonces era de tierra, duro, áspero y muy expuesto al viento. Los de Santi Castillejo generaron ocho ocasiones de gol, según escuché a través de la narración de Jordi Blanch, y los locales tres, por tanto el balance tal vez un tanto raquítico en el marcador tal como sucedió en Can Dragó hace quince días; la asignatura pendiente del equipo es rentabilizar las ocasiones en goles. Ignoro si el equipo reculó con el gol a favor, si renunció al ataque o si pudo ser más incisivo, pero para un Nàstic que está en período de adaptación todo lo que no sea perder fuera es bienvenido.
 
El domingo en casa frente al Ontinyent si que solamente sirve la victoria porque muy probablemente pudiera situarte en zona de play-of. La Liga es una prueba de resistencia y de mucha paciencia y ya hay algunos aficionados demasiado nerviosos.
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