miércoles, 7 de marzo de 2018

Resultado de imagen de fotos antiguas de arbitros de futbol españa
La Guardia Civil atenta a lo que pasaba en la grada.

Aprovechando el mal arbitraje del pasado domingo del asturiano Areces Franco, hoy toca una de colegiados. Si partimos de la base que dirigir un partido de fútbol es tarea muy complicada nos daremos cuenta de que arbitrar es una actividad proclive a la polémica, al desatino, a la discordia y que suele acabar con improperios...pero desde hace unos lustros ya no en incalificables agresiones.

En los años treinta en Catalunya se produjeron palizas, linchamientos y persecuciones a colegiados en campos como los del Gimnàstic, Reus, Horta, Sant Andreu, Martinenc e incluso en Les Corts y Sarriá.  Coincidía la incultura del personal (el índice de analfabetización era muy alto) y también por parte de los colegiados todos procedentes del estrato social medio bajo y propensos a aceptar prebendas por alterar un resultado.

A partir de los años cuarenta aparecen los árbitros mayores, barrigones, faltos de preparación física y algunos con carencias culturales (en Tercera División visitaron la Avinguda Catalunya dos colegiados que no sabían escribir y uno de sus líneas les rellenaba el acta), esto provocaba situaciones violentas que se acrecentaban cuando se iba bajando de categoría. En la provincia de Tarragona hacer un arbitraje imparcial en Camarles, La Cava, Sant Jaume d'Enveja o la Rápita equivalía a ser un héroe o acabar en el canal. Antes con un fútbol más lento pero más tosco y sin tarjetas con facilidad el colegiado se acobardaba.

En los años sesenta y setenta los árbitros de categoría nacional subsistían con el arbitraje acompañado de profesiones tan peculiares como brigada del ejército, carnicero, representante de productos farmacéuticos, mecánico, encofrador combinados con algún médico, maestro o incluso un abogado.  Siempre vestidos de negro, siempre el centro de la polémica. A partir de 1996 la FEF decide quitar el negro luctuoso de los uniformes de los trencillas (palabra tomada de 1952 cuando los colegiados vestían una chaquetilla negra con un canesú o trencilla blanca) y darles color. Pero no fue para que dieran una imagen más alegre, fue por demanda de las televisiones porque la gama cromática seria más amplia.

Hoy en día los árbitros todos son jóvenes, de profesiones liberales, deportistas con un exigente grado de preparación física y una enorme capacidad técnica. Les aseguro que pitan libremente y sin prejuicios (me refiero a la Liga 1,2,3) y si una jornada el Nàstic como el domingo se vio perjudicado, siete días antes en el Mini salió favorecido. Mi consejo es dejarles hacer y ayudarles en su cometido.
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