Pequeño gran hombre
Junto a Unay Emeri dirigiendo al Lorca.
Siempre me pregunté como un cuerpo tan pequeño podía albergar un corazón tan grande. Así era Leonardo Pérez Jiménez nacido en el barrio tarraconense de La Granja en 1970. Leo fue un gregario del fútbol, un currante infatigable que subía y bajaba por el carril derecho como una moto de 500cc como se les denominaba entonces. Fue un futbolista de raza, disciplinado que en el Nàstic en partido de Copa Federación llegó a jugar veinte minutos de portero por expulsión del meta titular. Tanto en el césped como en la vida fue un fajador nato, y por encima de todo noble.
Leo le dio todo al fútbol pero injustamente el futbol no se lo devolvió. Tuvo que peregrinar mucho para ganarse el sustento disputando 265 partidos en Segunda B y 136 en Tercera con Andorra, Sabadell, Palamós, Español B, Nàstic 82 partidos oficiales y 1 gol, y Lorca donde se colgaria las botas. Luego con el Lorca de segundo entrenador junto a Unay Emery alcanzaron el ascenso a Segunda División y en la siguiente campaña pelearon por ingresar en Primera.
Recuerdo la primera entrevista que le hice un sábado por la mañana en el campo de La Granja junto a sus padres, corria el año 1983 y Leo Pérez acababa de fichar por el Barça. Entonces aquello era una noticia importante, solamente hubo dos precedentes Emilio Gómez que desde Bonavista dio el salto al club culé de infantil y con anterioridad el juvenil de Torreforta Mina (padre del delantero del Valencia) aterrizaría en el club blaugrana.
Aquel primer interviu lo recordamos con Leo esta temporada en el Nou Estadi, pocos días después de que fuera cesado como entrenador del Ascó de Tercera; me comentó que volvía a Lorca para encontrar trabajo de entrenador. Lo noté triste y algo frustrado por el cese de un equipo que había tomado el relevo de Santi Castillejo con quien coincidió en el Nàstic. Estrechamos la mano por última vez. Descansa en paz amigo.
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