domingo, 29 de diciembre de 2013


Imagen del Constància-Nàstic.

En los años sesenta apareció un individuo en la Tercera División catalana que se ofrecía a los presidentes para amañar encuentros. Llamaba a un club y les proponía comprar un partido: el empate tenía un precio y el triunfo otro, él siempre se llevaba una comisión por las gestiones. Los lunes volvía a ponerse en contacto con el Club beneficiado y cobraba (1.000 pesetas si la gestión fallaba, 3.000 pesetas si se producía un empate y 5.000 si había victoria) a estas cantidades había que añadir las que supuestamente cobraba el colegiado. El tipo pululó por los despachos durante varias temporadas hasta que se descubrió el truco: jamás contactaba con los árbitros (que según él eran los artífices del amaño). La suerte, como en una quiniela, era la que le propiciaba las ganancias porque el empate o el triunfo era producto siempre del esfuerzo del equipo. El Nàstic picó el anzuelo en seis o siete encuentros y se gastó unas 80.000 pesetas de la época.

A comienzo de los años setenta hubo una purga de árbitros de Primera y Segunda (pueden tirar de hemeroteca para corroborarlo) a mitad de temporada por que aquella Liga se convirtió en un mercado persa, hoy creer que los colegiados pueden avenirse a amaños con el control que existe es una verdadera falacia. Me contó un colegiado que en los años sesenta cuando se quería arreglar un partido nunca se pitaban penaltis a favor, el trabajo era más sibilino...se machacaba al equipo con faltas en el centro del campo hasta que por desgaste cedía.

Arreglar resultados hasta los años noventa era una práctica habitual cuando se entraba en la recta final de la competición. Me consta que muchos equipos (entre ellos el Nàstic) arreglaron partidos; hubo un Hércules-Nàstic, Europa-Nàstic y un Nàstic Cádiz en los setenta con maletines. Posteriormente otros encuentros también tuvieron fundadas sospechas de convenios colectivos. A lo largo de la historia han existido nombres de jugadores vinculados con actuaciones sospechosas: Dauder, Taltavull, Llorenç Rifé...

Pero pretender que en pleno siglo XXI  se pueden amañar resultados como el Constáncia-Nàstic para perjudicar a alguna casa de apuestas me parece una acusación banal que no se sustenta. ¿Van a conchabarse los veintidós jugadores para llegar a un empate?, ¿se puede comprar a un jugador (Onteniente) cinco jornadas antes de jugar el encuentro?, ¿tan fácil es pagar a un jugador para que cometa un penalti o falle un gol, sabiendo que puede ser condenado por la justicia ordinaria?...Perdonen, pero no me lo creo.

Para acusar de un delito tan grave (si seguimos por este camino acabaremos con el fútbol) hacen falta pruebas. Si Ricardo Resta (que en Tarragona hizo honor a su apellido) está tan seguro...pues que llame al equipo de CSI, Miami, Las Vegas o New York, para que pongan luz sobre el asunto. Mientras que dejen en paz a los equipos modestos.
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