domingo, 20 de abril de 2014

Vicente Moreno en el camino de llevar al equipo hacia el milagro.

He decidido titular el comentario de esta semana tomando de prestado el título de una excelente película de William Wyler, rodada en 1958 con Gregory Peck y Jean Simonns. Nada tiene que ver el argumento del western con el proceso en el que está metido el Nàstic, pero su título resulta premonitorio, porque en el horizonte ya se divisa la grandeza de un play-off inimaginable hace un mes. ¿Qué ha sucedido para que el equipo haya evolucionado tan positivamente?, ¿qué circunstancias han coincidido para la resurrección del once granate?, ¿qué factores se han sumado para que incluso se pueda pensar, si devuelven los tres puntos, en obtener el campeonato?. 

En primer lugar se han erradicado ciertos cánceres que circulaban en el entorno, evitando una metástasis irremediable; también se han solventado los temas judiciales algunos de los cuales pretendían ser sólo espoletas para hacer estallar la estabilidad grana; y naturalmente el encaje del nuevo técnico que ha ido dibujando un equipo, jornada a jornada, hasta que encontró el sistema adecuado y luego supo disponer del once más equilibrado. Vicente Moreno, con paciencia, ha conjugado su idea futbolística con las carencias que le ofrecía la plantilla y ha sabido exprimir las virtudes de cada jugador. El Nàstic lleva ja unas cuantas jornadas que juega práctico, como exige la categoría. Y si como técnico al principio me generó alguna duda (por su inexperiencia) ahora no me duelen prendas para reconocer que es un excelente entrenador y un hábil alineador (para no generar dudas, que sabe elegir correctamente cada alineación).

Para mí existe aun otro factor un tanto subliminal, más sibilino, el que nos regaló el 'Mourinho de la segundabe', el Cholo de Ses Illes, el entrenador balear Nico López (si, el chivato de la alineación indebida de su paisano Tomeu), la quita de los TRES puntos, a la larga ha sido un incentivo añadido para el equipo que lo ha hecho más agresivo, más hambriento al herirle mortalmente su autoestima y esto le ha espoleado en cada encuentro. Por eso el Nàstic ha convertido la impotencia en rabia, la vejación en triunfos, la miseria en gloria. Para explicar mejor la escalada del once grana utilicemos un símil ciclista, en la gran montaña gana quien inicia el ataque en el instante oportuno, ni antes, ni después. 

Estoy convencido que en otras temporadas con el equipo la mente más débil se hibiesen acusado las lesiones de Giner, de Javi, o la ausencia, en Bunyol, de David Sánchez, o la lesión de Perera. No, frente al Llevant incluso nos permitimos la frivolidad de marrar un penalti.  Se palpa en el ambiente que la afición vuelve a vibrar, que es capaz de ir hasta Valéncia en el Domingo de Resurrección y sobre todo que ahora ya cree ciegamente en el equipo. 

El Domingo prohibido fallar, en la primera de las tres finales que nos aguardan; el objetivo ha de ser colocar 8.000 espectadores en el Nou Estadi  (ojo, puede ser jornada de seis puntos, si el lunes 28 se falla el recurso grana, personalmente creo que los devolverán).
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