miércoles, 28 de febrero de 2018

Imagen relacionada
El London FC, año 1900

En el año 1880 se celebró el primer campeonato de fútbol en Inglaterra y aquel arranque significó la cimentación del nuevo deporte. Hasta entonces los espectadores solían ser familiares, amigos o compañeros de trabajo de los neófitos futbolistas que dirimían sus diferencias sobre un terreno de juego de tierra. Los jugadores aún eran de clase acomodada pero pronto se apuntarían jóvenes obreros procedentes de las fábricas, industrias o campesinos. Este intrusismo provocó las quejas de los señoritos porque eran individuos más fuertes, más altos, con mayor espíritu de sacrificio y casi siempre les ganaban.

Las gradas de los campos ingleses fueron acogiendo a más vecinos y simpatizantes de los equipos hasta formar aficiones con cuatro o cinco mil seguidores. Con la entrada del siglo XX empiezan a proliferar los cambios de club de jugadores que en pocos años serán definidos como traspasos.  Aquel juego del balón redondo bautizado como Football competía con el del balón ovalado conocido por Rugby. Los clubes comenzaban a aparecer por el Reino Unido, Alemania, Italia, España...y los seguidores empezaban a tener fidelidad hacia unos colores y surgieron de manera espontánea los abonados, los socios y los forofos (hooligans, tifossi o ultras).

Aquel primitivo juego se convirtió de manera rápida en deporte, años después el deporte sería espectáculo y finalmente el espectáculo desembocaría en el gran negocio de la actualidad. Ahora el fútbol es un lugar para invertir y donde el militante del club cuenta muy poco. Se ha globalizado tan rápido que se nos ha ido de las manos. Se ha explotado al máximo con un desconcierto horario que prima el verlo por TV antes que acudir al estadio. Con partidos a diario con las consiguientes apuestas y castrando la génesis de aquellos seguidores que eran fieles a un escudo.

Y ahora que se está gestando una Liga Europea cerrada con dieciséis equipos compitiendo de martes a viernes y erosionando las Ligas domésticas, que a las grandes compañías de telefonía  ya no les salen los números de los partidos televisados y que la mayoría de clubs están en manos de empresas o grandes capitales de países exóticos, ahora que el fútbol se ha subido al carrusel de la globalización y que por cada club en una temporada pasan más de treinta jugadores y que las franquicias han desembarcado en los grandes clubs, toca la reflexión.

La mayoría de equipos deberán de retornar al origen encontrando jugadores de casa que perduren en el club y buscar socios, abonados que dispongan de sensibilidad, de amor, de cariño hacia sus colores. Encontrar la manera de trasmitir a las nuevas generaciones los valores que posee el club tal como hicieron nuestros padres y abuelos. Evitemos que el fútbol que viene nos arrastre como un tsunami.
___________________________________________________________________

Comentarios: