miércoles, 26 de marzo de 2014



Babot, Soro, Martínez, Catalá, Conesa, Vallés; (sota) Mesa, Barceló, Coll, Balmanya y Sánchez.

A inicios del mes de abril de 1914 aparece la primera información en el libro de Actas del Club Gimnàstic de la disputa de un match de Football entre socios de la entidad y jugadores del Stadium y el Olìmpic contra un rival (del que se omite el nombre) y que jugarán bajo el nombre de Gimnàstic, vistiendo camiseta negra (la roja no se llevaría hasta el siguiente año). El Club, pero no oficializaría la constitución de la sección de fútbol hasta diciembre de aquel año, cuando la inscribió en la FCF. Con motivo de la celebración del Centenario de la sección voy a ir publicando una serie de artículos en el Blog,  para resucitar el recuerdo de gloriosos futbolistas que con el paso del tiempo se han convertido en Héroes del Silencio  completamente desconocidos para las nuevas generaciones de nastiqueros. Hoy nos centraremos en el Década de los Cuarenta.

Por la Avinguda Catalunya desfilaron grandes futbolistas capaces de reunir a más de 8.000 espectadores (una quinta parte de la población de la ciudad) en cada partido de Liga. El portero valenciano Eduardo Soro, ágil y listo como una pantera; Andreu Catalá, el gentelmen de la defensa, preciso en el corte y sabio en la entrega, el de Argentona jugó 293 partidos de Liga; Josep Babot, temido marcador de escalofriantes entradas y que sabía intimidar a los colegiados; el veterano Doménec Balmanya, lento pero hábil distribuidor de juego; Lluis Barceló, pequeño interior de Marsà de duro disparo e imprevisible dribling; Francisco Peralta, delantero con vocación de gol (52 partidos, 53 goles), Ramon Sicart lateral de raza y buen sentido de la anticipación; el canario Camilo Roig, extremo rápido y con un guante en su bota derecha; David Panadés, regateador zurdo con un preciso disparo cruzado; Arturo Conesa, un portento en el juego aéreo difícil de superar; el murciano Juanete, excelente pasador y buen lanzador de faltas; el balear Gabriel Taltavull, con una técnica depurada y gran visión del juego; el ariete Mariano Martín, con los meniscos destrozados, pero capaz aún de atinar entre los tres palos; el ceutí Pepe Bravo, que parecía llevar cosido el balón a su boza izquierda; José Corona, infalible desde el punto de penalti, en un partido frente al Atlético marcó dos goles de penalti, pero el primeo hubo lo de lanzar por tres veces;  José Cobo de los primeros laterales carrileros; Alfonso Perdomo uno verdadero comodín de la historia y Ricardo Coll, de los mejores rematadores de cabeza de la época.

Este grupo reducido de futbolistas lograron cimentar la afición en la ciudad, su gesta de despegar en la Tercera hasta aterrizar en la Primera División permaneciendo tres temporadas se grabó en letras de oro y brillantes en la Historia del Gimnàstic. Ellos fueron quienes inscribieron en el ADN grana la Denominación de Origen, primera división. Justo es que sus nombres no queden en el olvido.
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