miércoles, 28 de octubre de 2015


Expedición a Córdoba para animar al equipo
Esta si es la verdadera y agradecida afición del Nàstic.

     Continúo pensando que hay un sector de afición del Nàstic (la que se hace visible en las redes sociales pero invisible en el Nou Estadi) que se cree que el equipo debería ser invencible como el Cid (quizás para dedicarle un poema épico), que tiene que jugar siempre como una afinada sinfonía de Beethoven y que  los objetivos del conjunto grana no tiene límites.  Preocupante. Muy preocupante...porque toda Liga muy igualada ofrece trampas, situaciones en las que el equipo necesita el calor de la afición y ésta debe de estar convencida de cual debe ser el objetivo real del Nàstic.

      Paren atención. Liga Adelante, diez jornadas, Nàstic -recién venido del averno de la 2ªB, dieciséis puntos, sexto en la tabla (en posición de play off de ascenso) y por detrás conjuntos como Elx, Oviedo, Valladolid, Mallorca, Tenerife o Almería. No estaría de más que estos aficionados tan paradigmáticos y críticos echaran la vista atrás y recordaran el Calvario de arrastrar la cruz por los infames campos de Segunda B (El Prat, Llagostera, Cornellá, Son Malferit, Torrent...) de memoria reciente, para valorar lo que se está haciendo. Todos los sueños pueden ser realidad, si tienes el coraje de perseguirles, y eso es lo que ha hecho el Nàstic convertir en realidad el sueño. Alguien dijo en cierta ocasión que 'los hombres no se hacen a partir de victorias fáciles sino en las grandes derrotas'.

     La nota global del Nàstic en los diez primeros partidos es de notable alto, al margen de los desajustes de algunos encuentros, de los errores que, como todo equipo (incluso Barça y Madrid) cometen y de los aciertos del contrario. Con más del 75% de titulares que provienen de la temporada anterior, con un presupuesto modesto pero con una ambición sin límites el Nàstic ya tiene su espacio en la Liga Adelante. Ganar y jugar bien cada jornada no es de este mundo, y es que no se pueden pedir peras al olmo...o como dijo Jean Paul Sartre, felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.'
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