lunes, 6 de abril de 2020

Brilliant ocean beach sunrise. — Stock Photo © vrstudio #126290870
Amanece que no es poco, como el título de la genial película del llorado José Luis Cuerda.

Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo, con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. (Mario Benedeti).


Ahora que la tempestad parece que empieza a amainar, ahora que al final del túnel hay una pequeña luz de esperanza, ahora que vendrá el tiempo de construir un nuevo futuro, ahora que nuestras prioridades han cambiado el orden establecido, ahora que necesitamos tanto amar y sentirnos estimados, ahora que han aparecido nuevos héroes anónimos  (sin capa ni poderes) pero con una firme vocación de servicio a los demás, ahora toca volver a empezar.

Ahora que la sociedad del bienestar se tambalea y que se pone en tela de juicio la globalización, ahora es tiempo de pensar en el futuro inmediato. Y aquí está el Nàstic, el viejo Nàstic con sus ciento treinta y cuatro años de vida; una entidad que ha vivido al compás de las grandes tragedias que sacudieron a nuestros padres y abuelos (la guerra de Cuba, la guerra de África, la guerra Civil y las dos grandes guerras mundiales o la gran gripe de 1918 que mató a cuarenta millones de personas en el mundo) y este Nàstic sobrevivió.

Ahora será cuando habrá que hacer piña, alinearse junto a quienes deberán de regir el destino del club, ver como acaba la temporada y pensar en una nueva etapa más austera, más humilde, con una ambición marcada por las penurias económicas que castigarán a todas las entidades deportivas. Ganas de regresar al Nou Estadi, respirar el olor a hierba, desempolvar la nostalgia, revivir los días de vino y rosas, reverdecer aquellas jornadas históricas impregnadas de romanticismo, adormecer con el futbol las amarguras que la vida de manera inesperada nos depara.

Ahora entenderemos lo frágil que es la existencia, seremos menos egoístas y comprenderemos que hemos ganado la batalla. Ahora es preciso que se resurja de las cenizas, que hallemos la fórmula para que seamos buenos aliados del futuro del Nàstic. Mucha fuerza a Josep Maria Andreu, a toda la SAD, a los profesionales porque todos unidos, una vez vencido el COVID-19, podamos reconstruir el futuro con la ilusión intacta que cinco generaciones de nastiquers han venido haciendo a través de los tiempos. AHORA MÁS QUE NUNCA, NÀSTIC.
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