jueves, 11 de noviembre de 2021

 


Los derechos televisivos no fueron un problema hasta el inicio de los años noventa con la aparición de las televisiones privadas, en España era TVE quien disponía de la supremacía a la hora de efectuar transmisiones de eventos deportivos con el beneplácito de Eurovisión, sociedad de la que formaba parte. Es a partir de entonces cuando en la pugna por el futbol aparecen las televisiones autonómicas, Antena 3, Tele 5 y en especial Canal Plus.

Ahí comenzaron a venderse los derechos televisivos, en futbol Movistar se hizo con la exclusiva y el resto de cadenas ahora pueden emitir dos minutos de resumen, incluso las televisiones locales. Además estas televisiones menores pueden acreditar a sus profesionales para asistir al partido; así queda cubierto el derecho a  informar.

Hace unos días surgió la polémica porque TAC12 ya no puede ofrecer imágenes del Nàstic ya que Footters les exige el pago de 200 euros por partido y que hasta ahora en las primeras diez jornadas el  club tarraconense después de negociar con la plataforma logró eximirles del pago. Hace dos semanas se produjo un cambio en la dirección económica de la plataforma televisiva y ante la falta de liquidez para poder abonar los siete millones de euros contraídos con la RFEF han determinado exigir el pago a todas las televisiones locales sin excepción pero deja a que puedan acceder al campo, a pie de césped, y grabar el encuentro, pero con un resumen máximo de dos minutos.

TAC12 está en su derecho de reclamar y exigir las imágenes sin coste pero el interlocutor válido en este caso no sería el Nàstic sino Footters que es la propietaria de los derechos de la 1ª División de la RFEF. Nadie reclamaría a un club de la LFP por no dejarle entrar las cámaras de su canal televisivo porque el contrato televisivo no lo contempla; nadie tampoco puede reclamar (y si no me equivoco TAC12 ha sido la única televisión local en hacerlo) a un club de la tercera categoría del futbol español que interceda para ofrecer imágenes del equipo de su ciudad.

Este es un peaje de la información globalizada y del negocio televisivo en el que mandan los grandes grupos y que las empresas pequeñas quedan a merced de las oligarquías de la comunicación. 

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