domingo, 1 de octubre de 2017

 
Triste imagen para un día muy triste.
  
     Ha sido un día complicado. El fútbol debía de quedarse en un segundo plano. Las fuerzas de seguridad a instancias del gobierno del Partido Popular han sembrado una horda de dolor y represión en suelo catalán que no se recordaba nada igual desde las manifestaciones en el tardofranquismo en protesta por el asesinato (que no ajusticiamiento que viene de justicia) de Salvador Puig Antic en 1974.  Se podrá estar de acuerdo o no en la convocatoria de un Referéndum de manera lateral pero nunca, NUNCA, se puede justificar la violencia ordenada desde Madrid en una sociedad democratica.

   Era pues difícil plantearse la disputa de un partido de fútbol a pesar de que 'el més que un club' decidiera hacerlo aunque a puerta cerrada y por la cobardía de su presidente Josep Maria Bartomeu. El Nàstic que mantuvo un cierto distanciamiento con los hechos previos a este domingo comunicó al colegiado y posteriormente a la LFP que se veía obligado a la suspensión del partido ante la ausencia de fuerza pública. A las puertas del Nou Estadi se habían congregado poco más de tres mil espectadores. Así el club granate de una manera velada se sumaba a la protesta de una gran parte de sus socios.

   Justa la suspensión?, miren hay antecedentes que justificarían la disputa de partidos después situaciones fuera de control: graves atentados,  fuertes inundaciones o incluso en países en guerra (Siria aún puede optar a clasificarse para el Mundial de Rusia).  Pero el caso sufrido este 1 de octubre, con el grave desencuentro entre Madrid y Barcelona también ha provocado que el Nàstic-Barça B acabara siendo un...desencuentro.
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