Despido improcedente
El miércoles el Nàstic vestía de largo el nuevo proyecto deportivo para las próximas temporadas, un plan ilusionante que habla de empoderamiento, identidad y territorio. Perfecto. Siempre resulta más reconfortante saber que cuentas con personas de la zona porque sentirán más los colores. Horas después se contradice el mensaje con una noticia de impacto y muy sorprendente, Santi Coch no seguirá ligado al Nàstic.
Cierto que Sergi Parés está en su derecho de confeccionar un equipo de trabajo de su confianza y no se puede obligar a que cuente con personas que no encajen en su perfil. Puede que Santi Coch no reúna los requisitos exigidos por el nuevo grupo de trabajo pero el club si tiene la potestad, la obligación y el deber de buscarle otra ubicación en la estructura de la entidad. No se puede dejar marchar al estandarte del futbol grana.
Santi Coch Castillo pertenece a una dinastía de futbolistas formada por sus hermanos Enric y Ramón, su cuñado Toni Oruj, sus sobrino Aleix y sus hijos Denis y Joel, los siete han defendido el escudo del Nàstic. Santi ostenta un récord que nadie le logrará arrebatar, 528 encuentros oficiales (470 de Liga) durante 17 temporadas, a las que hay que sumar tres como segundo entrenador, cuatro en el filial de La Pobla (con un ascenso a Tercera) y otras siete adscrito al cuerpo técnico, en total 31 prestando sus servicios al Nàstic, más de la mitad de su vida.
Un club nunca debe perder sus referentes y menos en estos tiempos de globalización que en una sola temporada han desfilado por el conjunto grana, en competición de Liga, 44 jugadores y que sumando todos los actuantes en los tres últimos cursos se roza el centenar. Santi sí que posee el ADN Nàstic y si los futbolistas de la nefasta temporada que acaba hubiesen tenido una mínima parte de los genes granates del jugador de Vimbodí, seguro que no hay descenso.
Como historiador me duele que los mitos de verdad, los héroes de las épocas duras y enjutas, los futbolistas de raza que dedicaron su vida deportiva al club se les aparte y se les deje en la estanteria del olvido. El proyecto arranca en el presente para lanzarse hacia el futuro, pero es tremendamente injusto olvidarse del pasado porque la historia se cimienta con el esfuerzo de lodos los que con anterioridad la hicieron posible.
Para mi se trata de un despido improcedente, pero no para reclamar en Magistratura del Trabajo sino para reflexionar desde el corazón, a los sentimientos no se les puede despedir.
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