miércoles, 1 de octubre de 2014

Fotografía de la Cafetería Leman, año 2012.

        El pasado martes la Cafetería Léman bajó la persiana para siempre llevándose con ella un pedazo de la historia de la ciudad, fue un golpe bajo a la nostalgia de muchos de sus clientes. Léman y el Nàstic supieron entrelazar sus vidas de manera damirable desde que el 6 de octubre de 1961, abriera sus puertas de la mano del empresario Lluis Torrens. El nombre lo tomó de un precioso lago suizo, curioso que uno de los fundadores de la sección de fútbol del Nàstic también fuera suizo, William Tarín.  Tres años después de su apertura el negocio pasó a ser de dos primos Josep Martí y Michel Seró, con origen en Cerviá de les Garrigues (pueblo de mi abuela materna), ambos apasionados del fútbol e impertérritos seguidores del Nàstic, imprimieron a la cafetería un sello único, no solamente en la ciudad sino también en el resto de la provincia.

        A partir de los años sesenta Léman fue la cafetería 'chic' de Tarragona donde alternaban las familias adineradas, con las solteras que confundían la barra con el andén de donde salía el último tren del amor, con los futbolistas foráneos del Nàstic, que compartían 'cuba-libre' con otro bar 'Xaloc's', justo al lado de la Llibrería La Rambla, pero con mucho menos glamour. Por la barra de Léman tuvieron plaza fija jugadores granates como Mario Durán, Palacios, Echeverría, García-Ramos, López, Gallástegui, Amigó o Guerra, los de las últimas temporadas parecen ser más de pizzeria, japonés o hamburguesería y bares de Copas, el último asiduo de la cafetería de la Rambla fue Fernando Morán. 

    También era lugar idóneo para los encuentros de los periodistas deportivos como David Castillo, Pedro Peralta, Mariano Montoro, Mario Santos, entre otros que remataban las reseñas entre discusiones hedonistas sobre el fútbol y la división entre los futbolistas que corren y no juegan y los que juegan andando. Desde hace algunos años las nuevas generaciones de cronistas deportivas desconocían el Leman, entre otras cosas por que con los sueldos que ahora se pagan en las empresas tanto escritas como audiovisuales no se pueden permitir ciertas veleidades gastronómicas.

      Me resistía a cerrar un capítulo de mi vida personal que ha tenido el Leman como referente, sin referir algunos acontecimientos del entorno del Nàstic, hasta la fecha desconocidos y que se cocieron a fuego lento en las mesas de la Cafetería. Allí José Luis Calderón cerró la junta directiva que habría de llevar al equipo a Segunda el año 1972; en una cena se pactó la venta al Cádiz de su partido contra el Nàstic en junio de 1976; en una mesa Xavier Azkargorta, entrenador del Nàstic, se comprometió con el Espanyol, para el siguiente curso; en la terraza una noche de verano se firmó el contrato con Xavi Escaich; allí la noche del 30 de mayo de 2003 tuve la oportunidad de acompañar en la cena a Fabio Capello que iba rumbo a Marbella después de haber firmado por la Vecchia Signora.

      El Léman fue epicentro de las tertulias nastiqueras (de desayuno o sobremesa) capaces de con sus sacudidas 'fer caure els nius de les branques de l'arbre', con vehemente defensores de presidentes y entrenadores y lenguas viperinas que pedían cabezas a las primeras de cambio. En los años setenta y ochenta lo típico en ciertos sectores de la sociedad era: aperitivo en la barra del Leman, comprar el Tortell (su pastelería fue muy reconocida) comer rápido en casa, vuelta a la cafetería para tomar el carajilly 'cap al camp', después del partido el debate abierto y si se producía la derrota, con más pasión que en 'El Chiringuito de Jugones', y, eso sí, cuando aparecía algún jugador al que se estaba dando caña, palmadita en la espalda y la ronda pagada.

      Vaya este escrito como testimonio de lo efímero que es todo, tomé el último café en un Léman que no se preocupó en cuidar la cantera (no hubo relevo generacional de clientes), en el que su carta envejeció al igual que los asiduos, recordando los años en que sentado en un taburete frente a la barra me reconfortaba con las penas o alegrías que nos daba el Nàstic, en la decadencia que ya irradiaban sus paredes aún sem observaban algunos poros dignos testigos de los gloriosos ascensos, nueve en total, pero ninguno como el de Xerez. LEMAN, Q.E.P.D (que en paz descanse, lo deletreo por si  lee el artículo Mariló Montero)
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