sábado, 13 de enero de 2018


He tomado prestado a El Bosco, el título de un cuadro que el pintor holandés presentó en el año 1490 y que en la actualidad se expone en el Museo del Prado. Y es que el Nàstic no tiene una flor en el culo, dispone de todo un jardín en el trasero; y como el cuadro es un tríptico confío que en el Sadar sigamos aliados con la fortuna después de llevar un triunfo y un empate gracias (en parte) a la suerte.

Si el primer partido de Liga disputado por el Nàstic en 1918 empataba a dos, en el encuentro en que se conmemoraba un siglo del debut los granas también firmaron un empate. Es posible que viendo lo acaecido sobre el césped de los Juegos del Mediterráneo podamos pensar que las tablas sea el resultado más justo, pero no se puede obviar el gol del empate en propia puerta y el penalti desviado por Dimitri en el minuto noventa. Llevamos dos jornadas embelesados al observar como crece nuestro particular jardín de las delicias.

El Nàstic cuajó un buen primer tiempo con sus hombres perfectamente escalonados queriendo el balón y organizando el fútbol con un Muñiz cinco estrellas. No hubo dislates defensivos, las segundas jugadas en la zona ancha eran visitantes y existió mucha movilidad pero escaso acierto, varias veces por querer rizar el rizo en el interior del área con driblins que sobran. Se jugó mejor que en Vallecas pero sin el premio.

Tras el descanso el Nàstic se deshilachó, sufrió una ciclogénesis negativa en la que perdió el balón y sobre todo se volvió a la desesperación, a la impotencia de frenar el ataque almeriense hasta que un despiste de Pol Valentín (un clon de Gerard) propició un disparo cruzado y el marcador en franquicia local. Silvestre acabó desaparecido y Muñiz perdió un par o tres de estrellas. 

Sin embargo la épica se escribiría en dos acciones: gol en propia puerta de Fernández y paradón de Dimitri en el penalti. En el fútbol (Messi al margen) el factor suerte desempeña un papel trascendental. 

Los tres cambios granates dejaron sensaciones contrapuestas, Matilla concepto, Dongou inhibición y Álvaro detalles. Ahora llega la semana con sesión doble, el jueves Osauna y el domingo un Reus en horas bajas.

1x1 (Puntuación del 1 al 10)

DIMITRIEVSKI  (9): Muy seguro toda la tarde; en el gol era difícil elegir la mejor opción. En el penalti estuvo frío y calculador.
POL (6): En el gol le comieron la posición con facilidad. Estuvo mejor en ataque con tres llegadas que luego no encontraron destinatario.
JAVI (6): Muy embarullado en ataque, se obsesionó con el recorte. En defensa estuvo más firme y dejó pocos espacios.
SUZUKI (6): Tenaz y cumplidor, procuró hacerlo fácil y no provocó ningún susto. Le faltó chispa en la salida de balón.
MOLINA (6): Atento en tapar las fisuras defensivas, estuvo más contundente y expeditivo que en anteriores partidos.
GAZTAÑAGA (6): Intentó sacar el balón al primer toque y en la primera parte lo logró, se oscureció en el segundo tiempo.
SILVESTRE (5): Preferible en el perfil defensivo que en el de creación. Se desconectó en la segunda parte.
MUÑIZ (7): Descomunal en los primeros cuarenta y cinco minutos, con un solo error en un disparo que pifió. En la reanudación fue menguando por la falta de gasolina.
MAIKEL (6): Le taparon bien y tuvo pocas ocasiones para el lucimiento. Trabajó para el equipo.
MANU (6): Volvió a jugar muy aislado, tuvo poca participación en el juego de ataque; cierto que trabajó hasta el final.
TETE (7): Su mejor actuación el gol vino gracias a un disparo suyo, en el área debería ser más resolutivo.
DONGOU (4): Errático, no entró en la dinámica del juego. Se le vio desconectado con sus compañeros.
MATILLA (7): Tiene la virtud más necesaria en un futbolista: criterio. Manejó bien el balón y supo asistir a sus compañeros.
ÁLVARO (6): El los quince minutos que estuvo ya apuntó detalles de clase.

RODRI (7): Buen planteamiento en el primer tiempo, luego hizo los cambios sin practicamente tocar el dibujo.

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