martes, 23 de mayo de 2017

 
Esta imagen si sabe aprovecharse es un 1-0 inicial.
   
   En mucho menos tiempo de lo que tarda el AVE en ir de Barcelona a Madrid, en menos tiempo de lo que dura El Bar la última película de Alex de la Iglesia, en menos de la mitad de tiempo en que se despacha un pleno de l'Ajuntament, en mucho menos tiempo en que se tarda el leer Falcó la última novela de Pérez Reverté y en mucho menos tiempo de lo que dura un concierto de Sabina, el Nàstic decidirá su futuro el domingo en el Nou Estadi.

         No es un tópico, frente al Girona en 90 minutos los granas se juegan todo un año de esfuerzo (menos del deseado), de acierto (menos del esperado), de ilusión (menos de la necesaria) y de irregularidad (más de la permitida). Sólo vale la victoria. La misión del nuevo técnico ha de ser el aclarado de cerebro de una plantilla frustrada, desengañada, afligida y a la que le puede la ansiedad.

            En hora y media se puede viajar desde los cielos de la Liga 1,2,3, a los infiernos de la Segunda B, o viceversa. Ahora toca arrebato, vehemencia, pasión, éxtasis, furia grana, ahora es cuando la infantería del Nàstic ha de formar el domingo para impermeabilizar al equipo de las dudas, los fallos y los errores. No hay sitio para el debate, la controversia, la porfía, el tercer entrenador ha de ser el mesías, el salvador. Existe un precedente, la temporada 1998/99, cuando a falta de cuatro jornadas Papitu Ramos suplió a José Luis Romero y logró la salvación en el play aut frente al Caudal.

            La degradación que se ha producido en la plantilla durante toda la temporada ahora no ha de ser merma para que se manifieste un brote de esperanza capaz de generar una empatía necesaria entre la afición y el equipo. El fútbol es un deporte de sensaciones positivas y negativas, las primeras han de surgir sobre el césped desde el primer minuto.

            Los noventa minutos serán tan largos como las últimas rampas del Mortirolo o el Alp de Huez, pero si el equipo encuentra el sostén, el amparo, el socorro de su gente que NUNCA  le ha fallado y está en deuda con ellos, la proeza del triunfo estará al alcance de la mano. ¡Si se puede¡.
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