lunes, 1 de mayo de 2017

Emaná luchando con el reusense Ramón Folch.


No fue el partido que había soñado. No fue un derbi de calidad. No fue un duelo tradicional como pasaba desde hacía 52 temporadas en que los de la ciudad de Prim no ganaban. Vimos a un equipo timorato (el Reus) y otro cobarde (el Nàstic). Los granates hicieron un primer tiempo (con gol injustamente anulado) tal como quería Natxo González, con un ritmo cansino, de juego horizontal, sin ensanchar el campo para que la compenetrada defensa rojinegra pudiera abrirse y sin criterio para definir las jugadas con un disparo limpio.

El Reus salió conformado con el empate (se trataba de sumar) el Nàstic prefirió tirar el primer tiempo para dejar lo goles para el segundo período. Sufrían los de Merino para salir con el balón jugado por miedo a perder el esférico y se dedicaron a una posesión estéril y en ocasiones imprecisa. El Nàstic renunció a las bandas, el Reus a las subidas de los laterales porque primero tocaba blindar el área.

Los locales desecharon apoyarse en un campo lleno para azuzar el rival, darle vértigo al encuentro y encarar a los defensas. El Reus se valía de la rutina defensiva para desarticular los mínimos ataques granates. Parecía una confrontación de pacto de no agresión, repartimos un punto para cada equipo y todos felices.

En la segunda parte cambió el decorado. El Nàstic puso una marcha más y el Reus juntó sus líneas defensivas, pero mientras los locales se empecinaban en querer entrar en el área por el centro y haciendo una gimcana con el balón que siempre se perdía en el bosque de piernas, los visitantes armaban alguna contra imprecisa pero que debió significar una señal de alarma.

Tres ocasiones para el Nàstic (con un paradón imposible de Edgar) en el ocaso del partido, un cambio el de José Carlos con más misterio que el Triángulo de las Bermudas y un penalti por mano de Melli que pudo invertir el marcador. Pero en el descuento el Reus soltó un latigazo que los granates mal situados no pudieron reprimir y en el único chut entre los tres palos entró, como en las novelas de Agatha Cristie, el culpable de la derrota fue el MAYORdomo.

Ahora a falta de 18 puntos el Nàstic necesita 8 para asegurar la permanencia. No es cuestión de matemáticas, es cuestión de fe y credibilidad. Primera estación del viacrucis de la permanencia, Ramón de Carranza el domingo.

1x1  Puntuación del 1 al 10

REINA (5): Partido plácido, poco pudo hacer en el gol, debió administrar mejor la salida del balón desde su área.
GERARD (5): Varios sláloms pero sin fruto, perdió balones y no pudo recuperar la posición. Mal defendiendo.
MOSSA (6): Correcto en defensa pero embarullado a la hora de driblar en jugadas de ataque. Poco entendimiento con Jean-Luc.
PERONE (7): El mejor casi perfecto en defensa, tuvo el gol en un majestuoso cabezazo. Supo sacar el balón jugado.
MOLINA (5):  Expeditivo en defensa, buena anticipación le costó buscar diagonales y se obcecó en el juego horizontal.
TEJERA (7): Le costó aparecer cuando lo hizo se asoció bien, debió probar el disparo en un par de jugadas.  
ZAHIBO (5): La media hora primer fue horrorosa, en el segundo tiempo mejoró pero perdió algún balón con peligro.
LOBATO (4): Estuvo en la banda pero sin profundidad y con excesiva conducción de balón sin buscar diagonales.
MUÑIZ (4): Desactivado en la banda no supo como penetrar; opaco a balón parado.
EMANÁ (6): Muy individual, perdió algunos balones por aguantar. Un gran disparo que atajó Edgar.
ALEX (6): Impreciso en los controles, tuvo movilidad pero exenta de efectividad. Marcó un gol que sería anulado.
JEAN-LUC (4): No fue revulsivo porque estuvo pasivo a la hora de desbordar. Debió ser más protagonista.
MANU (5): Se le vio algo lento pero por lo menos fue un peligro para la defensa del Reus. Un buen remate que salió alto.
JOSÉ-CARLOS (4): No se notó su presencia. Merino debería explicar porque lo eligió.
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