martes, 16 de mayo de 2017

Eso es lo que pedimos una piña formidable.

     El Nàstic de Tarragona y el Manchester United comparten uniforme (camiseta roja y pantalón blanco) pero para estas cuatro finales que restan también deberían compartir el participio verbal de UNIDO (en castellano).  Estos inacabables doce puntos que aún restan en el zurrón de la Liga 1,2,3, son parte de un botín de salvación para ocho equipos que aún no sellaron la permanencia.

      El viejo Nàstic ha de estar ahora más unido que nunca; se debe arrinconar el acoso y derribo hacia el técnico y algunos jugadores (tiempo habrá de disecccionar a cada futbolista al término de la temporada); hay que velar para que la piña no se resquebraje, que el entorno vuelva al espíritu de la primavera del 16, cuando todos soñamos con llegar a la Liga de las Estrellas y que finalmente solamente pudimos acariciar.

       Hay mucho en juego para no meditar suficiente la alineación de Vallecas, para que los once guerreros elegidos actúen como tales,  que sepan que detrás, a 600 kilómetros, hay toda una ciudad que confía en ellos para evitar la caída al precipicio de la Segunda B. El Nàstic precisa la mitad de los puntos en juego para cerrar la permanencia y todos pensamos que el equipo dispone de la base necesaria para lograrlo.

     Los jugadores pasan pero los socios permanecen y en su nombre me permito pedir que en el campo del Rayo haya: COMPROMISO, INTENSIDAD, CABEZA FRÍA, ACTITUD, RABIA, AMOR PROPIO y SENTIMIENTO. El fútbol es un juego, un deporte pero que en ocasiones se convierte en emocionado grito que cubre toda una ciudad. Cuando Tarragona va cogida de la mano con su Nàstic, se atraviesan desiertos, se surcan mares, se desafían tormentas, se soportan diluvios y se coronan cimas para lograr el objetivo: la Permanencia.
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