jueves, 13 de abril de 2017


 
  Obsequio de foto inédita del Nàstic setiembre de 1975 en el campo del Ensidesa. Zamora; Ángel, Robles, Pedraza, Pani, Prieto; Sánchez-Pîcón, José Miguel, Cáceres, Jaime y Tasio.

    Estamos en el ecuador de la Semana Santa desgranándose los desfiles y viacrucis, estaciones de penitencia y capirotes en silencio procesionando por nuestras calles. Huele a primavera y resucita el sentimiento más íntimo de la contrición.  En nuestro interior renace la pasión y la fe que puede dividirse en auténtica, folclórica y tradicional. 

   Pero el rojo pasión en la ciudad permanece durante todo el año labrando ilusiones, fortaleciendo las esperanzas y suturando las heridas de la desdicha. El rojo pasión del Nàstic en estos días santos flameará con tanta intensidad como el cirio pascual que el Sábado de Glória prenderá en todas las parroquias. Precisamente este mismo sábado la pasión roja debería de desbordar las gradas del Nou Estadi, porque este necesario tsunami rojo ha de servir para fortificar la ineludible victoria.

     El partido del sábado es el golpe de tambor que debe anunciar que los tres puntos se quedan en casa para señalizar el camino de la permanencia. El Nàstic a pesar de las bajas el sábado se juega el futuro y para ello necesita el orfeón de voces que le aúpen hacia el triunfo, precisa del empuje de las gargantas que pongan alas a las piernas de los futbolistas y que dinamiten el partido para lograr el objetivo.

    Merino convocará a los 18 jugadores que le quedan en condiciones, el presidente Josep Mª. Andreu convoca a toda la hinchada, a los seguidores que dudan, a los abonados perezosos, a los socios incrédulos, a todos, absolutamente a todos para que el Nou Estadi se convierta en el fortín necesario para minimizar al rival y maximizar al Nàstic.

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