miércoles, 24 de octubre de 2018

Resultado de imagen de fotos de josé antonio gordillo entrenando



Corría el minuto 71 del 16 de junio de 2001 en el campo del Zamora cuando Gordillo remató de cabeza un balón peinado por Serrano y rompió el cero a cero del marcador a la vez que abría la puerta del ascenso a segunda para un Nàstic que llevaba diecinueve temporadas errando por la Tercera y Segunda B. José Antonio Gordillo aquel día entró en la selecta galería de los mitos granas.

Diecisiete años después el presidente Josep Maria Andreu lo devuelve al Nàstic desde el Llevant donde estaba ejerciendo para salvar a un equipo que olía a cadáver. El de Morón sumó los nueve puntos, los primeros ante la Leonesa con sangre, sudor y lágrimas pues hubo que remontar un 0-2 tras el descanso. Después de la euforia de la permanencia Gordillo aceptó el reto de iniciar la temporada desde el banquillo.

Comenzaba su infierno particular. Llegaban jugadores sin un proyecto predeterminado, algunos cojos otros recuperándose de lesiones, nueve eran cesiones y se contaba con gente de la Pobla pero difícilmente utilizable porque Mejía y Suárez también tenían ficha del filial. Una plantilla sin recambios en el lateral diestro, sin repuestos en el centro del campo y con convocatorias sin poder contar hasta con nueve futbolistas.

A Gordillo se le comenzaron a cerrar puertas, se perdió la sintonía con sus valedores y empezó a quedarse solo. Me recordaba al sheriff Will Kane (Gary Cooper) en Solo ante el peligro de Fred Zinnemann, pero aquí con un final trágico, el bueno pierde. El ultimátum (nunca tuvo que hacerse público) fue una pistola en la sien que acabó disparándose en Lugo.

Se va Gordi pero su imagen permanece intacta, impoluta, con el recuerdo imborrable de verle jugar con careta, infiltrado, un futbolista que nunca dejó el once por molestias. Y se marcha sin una palabra altisonante, sin una queja, sin culpar a nadie (que podía haberlo hecho) y según me dijo con el Nàstic en el corazón y deseando que logre salvarse.

Y la soledad que vivía el protagonista de la película en los instantes finales cuando aguarda el regreso de Frank Miller, sólo, completamente solo...le tocó vivirla dirigiendo el lunes el  último entrenamiento mientras el Consejo se reunía para cesarle o en la rueda de prensa de despedida en la que nadie del club le arropó en la mesa.

Las personas pasamos pero las entidades permanecen por eso tu, José Antonio Gordillo, formas parta de la historia del Gimnàstic por los siglos de los siglos, Amén.
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