jueves, 11 de octubre de 2018


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Josep Maria Grau Campo de l'Avinguda Catalunya, gol norte. Año 1969.

La franja negra del escudo del Nàstic se ha convertido en un lazo para rendir homenaje a una persona con un enorme corazón que se ha ido. Sit tibi terra levis (que la tierra te sea leve) que decían los romanos y nunca mejor que en Tarraco para acuñar la frase en la despedida del delegado del Nàstic Josep Maria Grau Otero con su eterna sonrisa que siempre esbozaba, fueran las cosas bien o no tan bien o mal. Grau fue un hombre de concordia, de paz,  de dialogo; era ya parte de la historia del club como lo fue el recordado Josep Maria Arana (el decano de los hombres del brazalete rojo) o Joaquin Gómez que un infarto en el campo de La Fuensanta de Cuenca se lo llevó para siempre.

Yo conocía a Grau de pequeño (nos llevábamos ocho años) porque nuestros padres trabajaron juntos durante cuarenta años en la Mútua General de Seguros en la Rambla Nova esquina calle Asalto. En la Avinguda Catalunya comenzó a mamar el futbol de la mano de su padre y sus tíos. Cuando Joan Potau en diciembre de 2000 apostó por él para sustituir a Joaquín Gómez me llamó a RNE para preguntarme que me parecía, quedamos para tomar un café en Leman. Le dije si le hacía ilusión, y contestó con un brillo en los ojos que mucha; le respondí, pues adelante.

En dieciocho años al frente del equipo como delegado solamente dejó amigos, gente que sentía afecto por su manera de tratar a los demás, por su capacidad infinita en resolver problemas, por su flema, por su manera de mentir a los colegiados (sí, un buen delegado ha de saber mentirles a los árbitros, que bien ha estado hoy y te acaba de robar un penalti o anular el gol del triunfo), pero sobre todo por su bondad. 

Josep Maria tenía como objetivo alcanzar a Josep Maria Arana en el ranquin y cada dos o tres años me llamaba para que le sumara todos los partidos. Quedaba trecho pero sus 55 años le permitían seguir en la carrera, por desgracia el cuentapartidos se detuvo en los 800. Y es que los dos delegados citados suman 50 temporadas (más de la mitad del Gimnàstic) y más de 2.000 partidos. A ambos les unió un hecho: no conocer enemigos.

Arana participó durante 32 temporadas en 1.400 partidos (135 de copas), Grau lo hizo durante 18 temporadas en 800 (60 de copas. Media historia grana compartida por ambos delegados. Josep Maria Grau tuvo la suerte de vivir la gran transformación del fútbol actual de pasearse durante nueve temporadas por campos de la Liga 1,2,3 y una temporada en la Liga Santander.

Adiós amigo. Encontraré a faltar tu eterna sonrisa y el levantar la pizarra con el tiempo añadido...una pena que el árbitro que dirige 'esto' no te dejara disponer de un tiempo añadido a tu vida. Un beso muy fuerte a Pili y a tus hijos que pueden estar orgullos del marido y padre que se ha ido.
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